martes, 28 de julio de 2020

Dejar huella

Mis pisadas no son de las que marcan el terreno.
Son de las que derriban castillos y hunden los pies hasta los tobillos.
Y, aún así, cuando una ola inunda los surcos de mis dedos, desaparecen y se funden con la sal.
Y ya no habrá huella cuando amanezca, pero nuevos castillos habrán sido construidos;
para entonces yo estaré muy lejos de aquel lugar.
Sucede que las aceras me parecen ordinarias, y las rocas una trampa de eternidad.

Pero sigo caminando en orillas, sobre arena, porque siento que algún día caminaré sobre las aguas


Diciembre 2016

viernes, 7 de octubre de 2016

Doscientos lunares

No creí alguna vez que mis naves llegaran tan lejos.
Tan lejos,
que sobrepasaron doscientos lunares.
Y al final de aquel cinturón,
después del polvo y las cenizas,
entre el vacío y la radiación,
encontré una diminuta llama a la que no pude más que aferrarme,
a la que me aferré con tanta fuerza,
que se asustó.
Y se concentró esa llama en sí misma,
huyendo de mis dedos y mis miedos,
con tanto ahínco que implosionó,
llevándome de vuelta lejos,
otra vez al polvo y las cenizas,
al vacío y la radiación.
Dejándome sin energía ni recursos para volver a jugar a ser un astronauta y atravesar con mis naves el camino por sus doscientos lunares.

Pero no pasa nada, está bien así.
Después de todo, tras tan largo viaje, era hora de volver a casa.


Escrito el 05 de agosto de 2016

martes, 6 de septiembre de 2016

El viaje

Recorrerte, como a Europa, y deambular por los recovecos de cada cadena montañosa, y en cada río desnudarme, y cuando llegue al corazón de tus ciudades tomar un momento para detenerme y sentir la ebullición de las vidas que albergas.

Recorrerte, como a Europa, desde el Mulhacén hasta los Urales, atravesar unos Pirineos que transformen este arte mudéjar en gótico, aprender catalán en el camino por tu lengua, y no saber qué hacer cuando me encuentre en el entrecruce de fronteras que resulta ser tu vientre alpino.

Recorrerte, como a Europa, como si las cuencas de tus ojos tristes fueran los Países Bajos y tus legañas los tulipanes de sus provincias.


Escrito en julio de 2015
Incompleto
(algún día será terminado,
cuando el viaje acabe).

miércoles, 10 de agosto de 2016

Fuegos, Marguerite Youncear


«Lo mismo ocurre con un perro, con una pantera o con una cigarra. Leda decía: “Ya no soy libre para suicidarme
desde que me he comprado un cisne”.

La muerte es un sacramento del que sólo son dignos los más puros: muchos hombres se deshacen,
pero pocos hombres mueren.

No puede construirse una felicidad sino sobre los cimientos de una desesperación. Creo que voy a ponerme a construir.

Que no se acuse a nadie de mi vida.

No soporté bien la felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, lo único que yo podía hacer era morir.

Existe un plan general para el universo. Sólo salimos en los momentos sublimes.

En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.

Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.»

jueves, 28 de julio de 2016

... como un pirata cuenta su botín

"Mi vida ha estado muy bien, pero no tengo la menor idea de cómo llegué a este momento de mi vida, en el que he perdido la huella de mis años. He vivido muchas vidas y me inclino a tener envidia al hombre que vive una sola, con una mujer, un trabajo, un país… bajo un solo Dios. Quizá esa no sea una existencia emocionante, pero al menos cuando llega a mi edad sabe cómo ha llegado. Yo no lo sé. Solo cuento los nombres de aquellos que se han ido y de aquellos que aún están: los cuento como un pirata cuenta su botín al final de un largo viaje."

John Hudson, entrevista para Vogue en 1981

miércoles, 27 de julio de 2016

Como el sol que se oculta en septiembre

«Y si esto fuera una película de cine negro, al llegar a casa me serviría un par de dedos de whisky sacados de la mesa de mi despacho y abriría la ventana mientras se cuelan sirenas de policía, el rumor de un local de un jazz y el olor de los puestos de comida, pero ni yo soy Sam Spade ni esto es Los Ángeles ni tú tienes alas, así que sacaré del frigorífico leche semidesnatada, me tomaré un par de galletas Dinosaurus, y leeré un libro aleatorio hasta quedarme dormido con la luz encendida por miedo a que vengas a ajustar cuentas en mis sueños.»

lunes, 25 de julio de 2016

La afilación de tu colmillo

Quiero quedarme en ese espacio, en el que respiro tu aliento, cerca de mi boca, sin rozar más que la tuya, sin otra sensación más que el tacto, y tu olor, donde solo veo, y tampoco me parece que exista, más que la afilación de tu colmillo cuando sonríes zalamero sin pretenderlo. Y a mis oídos no se atreve a entrar más que el murmullo de una respiración dividida que hace cuanto puede para sobrevivir. Es en ese fragmento de eternidad en el que lo único que mi deseo quiere es morir, y ser enterrado bajo el tacto de lo inevitable. No espero que sea permanente, solo quiero que ese suspiro de inmensidad se congele ingrávido, y después nada. Solo volar, soñar, da igual, quizá sea lo mismo.
La afilación de tu colmillo. No hay otra cosa en la que pueda pensar ahora mismo. Su trono en mis pensamientos solo se ve amenazado por tu aliento, cálido y erótico, y tierno sobre mi piel. Piel que titubea y desfallece en esa circunstancia, piel que ya no busca redención porque ya se siente salvada; piel que ya no tiene cicatrices porque no puede compararse lo sentido. Porque el segundo en el que te respiro antes de morir de asfixia vela por todas aquellas muertes de desasosiego y amargura, como si nunca hubiesen existido.


Escrito el 18 de mayo de 2015