lunes, 25 de julio de 2016

La afilación de tu colmillo

Quiero quedarme en ese espacio, en el que respiro tu aliento, cerca de mi boca, sin rozar más que la tuya, sin otra sensación más que el tacto, y tu olor, donde solo veo, y tampoco me parece que exista, más que la afilación de tu colmillo cuando sonríes zalamero sin pretenderlo. Y a mis oídos no se atreve a entrar más que el murmullo de una respiración dividida que hace cuanto puede para sobrevivir. Es en ese fragmento de eternidad en el que lo único que mi deseo quiere es morir, y ser enterrado bajo el tacto de lo inevitable. No espero que sea permanente, solo quiero que ese suspiro de inmensidad se congele ingrávido, y después nada. Solo volar, soñar, da igual, quizá sea lo mismo.
La afilación de tu colmillo. No hay otra cosa en la que pueda pensar ahora mismo. Su trono en mis pensamientos solo se ve amenazado por tu aliento, cálido y erótico, y tierno sobre mi piel. Piel que titubea y desfallece en esa circunstancia, piel que ya no busca redención porque ya se siente salvada; piel que ya no tiene cicatrices porque no puede compararse lo sentido. Porque el segundo en el que te respiro antes de morir de asfixia vela por todas aquellas muertes de desasosiego y amargura, como si nunca hubiesen existido.


Escrito el 18 de mayo de 2015

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